A sus 23 años, el actor Carlos Ventura ya ha participado en una veintena de proyectos hasta lograr llevar su arte al Teatro Victoria en la obra de Víctor Hugo
Retrotraigan sus mentes al año 2009. Muchos de ustedes entonces estarían todavía estudiando. Otros, haciendo algo totalmente distinto a hoy. O quizá lo mismo, quién sabe. La cuestión es que aquel año, un joven de Alcorcón de dieciséis años comenzó a interesarse por lo que hoy es su pasión y su profesión. Quizá algo tarde, pero dice el refranero español, siempre sabio, que nunca lo es si la dicha es buena.
Al chico en cuestión, de nombre Carlos Ventura (Madrid, 1993), le llamó la atención un modesto grupo de teatro que se había creado en su instituto, el Galileo Galilei. Así comenzó a picarle el arte. «Las clases eran pequeñitas y el ambiente muy acogedor. Nos juntamos un grupo de chavales que hicimos muy buena piña y la profesora era muy buena», cuenta el artista.
Interpretaron una adaptación de «Cuatro corazones con freno y marcha atrás», del literato madrileño Jardiel Poncela. El proyecto fue hacia delante y lo presentaron en un concurso de la Universidad Carlos III de Leganés para jóvenes artistas. Les fue muy bien. «Nos llevamos bastantes premios, al Mejor Actor, a la Mejor Interpretación o al Mejor Diseño de Iluminación. Estuvo muy bien, fue una gran experiencia y así fue como me enganché al teatro».
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