Alfredo Sanzol es un gran autor de comedia. A cada entrega nos seduce por la frescura de su humor, la humanidad de sus personajes y la sabiduría de su arquitectura escénica, y nos sorprende con un nuevo reto. Tras dos joyas como La calma mágica (2014) y La respiración (2016), que abordaban la muerte de su padre y su propia ruptura amorosa, Sanzol ha querido viajar en el tiempo hasta el Siglo de Oro. La ternura, recién estrenada en La Abadía, no es una parodia “de época” o de género como La venganza de don Mendo, sino una función isabelina en fondo y forma, un poco a la manera del juego molieresco de David Hirson en La bête (1991), que Belbel montó hará cinco años en el TNC catalán.
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