El cántaro de la lechera es el más que acertado hilo conductor elegido por la directora María Prado para esta historia de sueños rotos e ilusiones perdidas, (des)de los escombros, en Nave 73. El cántaro y sus pezados acompañan al espectador a través de esta fábula atemporal que en nuestros días cobra, quizás, otro significado: la nostalgia de la felicidad plena de la niñez, la ausencia de preocupaciones y los primeros escarceos con la realidad, a veces cruel, de la vida, caminan de la mano de una generación que ha sido víctima de los sueños rotos de otros. La generación más preparada es, en muchos aspectos, la más frustrada.
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