La corrupción política y el drama de los refugiados sirven al dramaturgo y director para diseccionar la utilización del lenguaje en una función oscura y desoladora.

La indemnización en diferido con defecto de forma. Los ajustes que son recortes. El no me consta. El argumentario, el ideario del partido, la mentira convertida en verdad mil veces repetida. Y frente a la perversa e intencionada utilización del lenguaje, en el otro extremo, el silencio. Los dos polos opuestos que convierten a las palabras en un arma y un lugar donde nada es lo que parece. Así es ‘Refugio‘, la nueva obra escrita y dirigida por Miguel del Arco que se acaba de estrenar en en el Teatro María Guerrero (hasta el 11 de junio). Una oscura y desoladora disección de una sociedad lastrada donde el lenguaje es el tuétano y lo más corrompido.

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