
La vida es sueño puede ser un espectáculo muy gratificante, como lo han demostrado otras puestas en escena que aprovecharon al máximo los elementos que enriquecen el ambiente de la historia principal; buenas historias cruzadas con estupendos personajes e incluso notables encuentros de capa y espada. En esta ocasión se optó por una implacable reducción a cuatro personajes, con su consiguiente limitación en forma y contenido.
El coautor de esta adaptación y director es un admirable hombre de teatro: Carles Alfaro, de quien recuerdo varias obras maestras como El lindo Don Diego, de Moreto para la CNTC; ¡Atchuusss!, sobre textos de Chejov; Tío Vania, de Chejov, en dos versiones distantes varios años, la última mejor que la primera; El arte de la comedia, de Eduardo de Filippo; El portero, de Harold Pinter, entre otras. Esta vez optó por un estatismo operístico tirando al siglo XVIII, de excesiva inmovilidad, potenciando lo peor del texto original: un sinfín de palabras con regocijo repetitivo y pasión por un antiteatro muy calderoniano: no sólo todo se cuenta más de una vez, sino que las escenas principales llegan advertidas con lujo de detalles.
Últimas noticias
Blanca Portillo recibiría el X Premio La Barraca de la UIMP
La Universidad otorga este premio como reconocimiento institucional a la trayectoria de figuras de las Artes Escénicas La actriz Blanca Portillo recibirá el próximo 4 de septiembre el décimo Premio...
“Sí, pero no lo soy” muestra las caretas que nos ponemos
Sigue exitosamente la irónica pero muy actual pieza teatral “Sí, pero no lo soy”, del dramaturgo español Alfredo Sanzol, la cual cuenta con la dirección de Diana Volpe y se presenta en La Caja de...
‘Los desiertos crecen de noche’ o sin querer queriendo
El Teatro del Barrio se adelanta y da el pistoletazo de salida a la temporada madrileña con el estreno absoluto de Los desiertos crecen de noche. Obra de José Sanchis Sinisterra, un autor clásico...